Observador Ciudadano Tu pagina de inicio

¡Estamos con Haití!


Francisco Javier Muñoz Ruiz
19 de enero del 2010



El pasado 12 de enero un terremoto devastador de magnitud 7.0 azotó la capital de Haití y sus alrededores dejando un saldo terrible de miles de heridos y quizá decenas de miles de muertos.


Las escenas dantescas de montañas de cuerpos, los edificios derrumbados, los sobrevivientes deambulando como fantasmas entre las ruinas de sus ciudades conmueven porque nos muestran la vulnerabilidad del hombre ante la furia de la naturaleza. A partir de que se conocieron las dimensiones de esta tragedia se puso en marcha una gigantesca operación internacional de solidaridad con los haitianos, pueblo desgarrado hoy por los embates de un terremoto pero víctima permanente de la pobreza, el subdesarrollo y las luchas políticas que han contribuido a su triste realidad, la que hoy se ve agravada por la catástrofe, definida por la Organización de las Naciones Unidas como la peor que ha debido enfrentar el organismo en apoyo a las víctimas .


Así como en todo el mundo millones se han movilizado para ayudar, en México, donde sabemos lo que duele un hecho de esta naturaleza y sabemos reconocer también el valor de la solidaridad internacional, hemos hecho eco de esta terrible situación con la intención de aportar nuestro granito de arena y ayudar. Ya son muchas las organizaciones que se han puesto en marcha para cooperar, pero todos podemos hacer algo para colaborar con las víctimas de semejante desastre.


Se ha dicho en estos días que así como la naturaleza es pródiga, poderosa y a veces maravillosamente hospitalaria, en determinados momentos se torna extremadamente inhóspita, arbitraria y cruel. Eso es impredecible, y no podemos pedirle que sea justa ni que sea compasiva o solidaria. Por eso, es estéril y quizá hipócrita lamentarse de que las catástrofes naturales se ceben en los lugares más pobres, en los países que por su penuria económica y su debilidad institucional están en peores condiciones para prevenirlas y hacer frente a sus consecuencias.


No es culpa de la naturaleza que a escasos kilómetros de la sociedad más próspera y desarrollada del mundo, exista un lugar como Haití. Un lugar en el que la gente vive en condiciones de penuria y miseria dignas de una novela, donde prácticamente no existe el Estado ni nada que haga sus funciones, aunque hayan sido frecuentes las dictaduras más sanguinarias. Y un lugar en que no existe ninguno de los medios materiales, sanitarios y de todo tipo que podrían permitir a sus habitantes hacer frente a un desastre como el terremoto que acaban de sufrir, tratando al menos de limitar los daños.


Ya sabemos lo que toca hacer cuando las noticias nos dan cuenta de un terremoto como el de Haití y las víctimas se cuentan por miles y miles: condolerse y ayudar. Debemos hacer las dos cosas.


Pero no debemos dejar de lado que hemos sido los humanos los que hemos hecho posible que en ese lugar existan sociedades tan pobres, tan infradotadas y tan vulnerables como la de Haití.


El problema, pues, no es lo que estamos haciendo en estos días para ayudar a los haitianos. El problema es todo lo que hemos hecho antes –y lo que hemos dejado de hacer- para que un lugar que por sus condiciones naturales podría ser un paraíso sea en realidad algo muy parecido a un infierno, antes y después del terremoto. Ha sido y es necesaria la ayuda en emergencia, la ayuda humanitaria y de reconstrucción. Pero es igual de fundamental pugnar, desde los gobiernos, en los partidos políticos, en los foros internacionales y en la movilización que se da en este mundo globalizado, para que se modifiquen las reglas de las relaciones internacionales, que se cuente con un nuevo esquema de cooperación entre las naciones, en las relaciones comerciales, en el tratamiento de la deuda externa de los países más pobres.


Sin duda uno de los factores que tienen que ver con la pobreza de naciones como Haití es el desorbitado crecimiento de la deuda externa, donde para el cobro de los intereses se obliga a sus economías a sujetarse a severas medidas de ajuste estructural impulsadas por el Fondo Monetario Internacional, que se concretan en la reducción constante de los gastos sociales, principalmente en educación y salud.


En estos momentos de emergencia algunos países como Francia han hecho un llamado para la condonación de la deuda externa de Haití. Y para predicar con el ejemplo, París decidió condonar los 78 millones de dólares aproximadamente de deuda de la nación caribeña con esa nación europea. Lo deseable es que otros gobiernos acreedores y los organismos financieros internacionales se pronuncien en igual sentido. Sería lo menos que podrían hacer ante la dimensión del desastre.


Son muchas las acciones que pueden tomarse para contribuir a paliar un poco los efectos de la catástrofe, desde las iniciativas en el ámbito global hasta la colaboración en nuestras ciudades para donar artículos de primera necesidad, agua y medicamentos.


En México y en Veracruz siempre hemos sido solidarios. Es el momento de ponernos en marcha para aportar algo. ¿Usted ya lo ha hecho?



Sus comentarios: fjmunoz_2000@yahoo.com.mx



http://franciscomunozruiz.blogspot.com


http://twitter.com/franciscomunozr


Suscríbete a nuestro Sistema Informativo,

Envia un mail con la palabra SUSCRIPCION,

(Suscribete aquí) Recibirás la información mas relevante de los acontecimientos que harán historia y tu podrás enterarte antes que nadie.









Gobernantes